Reacción al Estrés Agudo

15.04.2018

Aquí se incluyen trastornos que se identifican no sólo por la sintomatología y el curso sino también por antecedentes de un acontecimiento biográfico, excepcionalmente estresante, capaz de producir una reacción a estrés agudo. Los trastornos agrupados en esta categoría aparecen siempre como una consecuencia directa de un estrés agudo grave. El acontecimiento estresante es un factor primario y primordial, de tal manera que en su ausencia no se hubiera producido el trastorno. Han de ser considerados como la expresión de una mala adaptación a situaciones estresantes graves en las que existe una interferencia con los mecanismos adaptativos normales y que, por lo tanto, llevan a un deterioro del rendimiento social.

La reacción a estrés agudo es un trastorno transitorio de una gravedad importante que aparece en un individuo sin otro trastorno mental aparente, como respuesta a un estrés físico o psicológico excepcional y que por lo general remite en horas o días. El agente estresante puede ser una experiencia traumática devastadora, que implica una amenaza seria a la seguridad o integridad física del enfermo, de una persona querida por él o varias, o un cambio brusco y amenazador del rango o del entorno social del individuo. El riesgo aumenta si están presentes además un agotamiento físico o factores orgánicos. Juegan un papel importante en la aparición y en la gravedad de las reacciones a estrés agudo la vulnerabilidad y la capacidad de aceptación individuales.


Es característico que los síntomas sigan la siguiente evolución:

  • Embotamiento, reducción del campo de la conciencia, estrechamiento de la atención, incapacidad de asimilar los estímulos y desorientación espacio-temporal.

  • Alejamiento mayor de la circunstancia, hasta estupor disociativo, o bien agitación e hiperactividad, como en la reacción de lucha o huida.

  • Signos vegetativos propios de las crisis de pánico, tales como taquicardia, sudoración y rubor, que se presentan a los pocos minutos del acontecimiento o estímulo y desaparecen en dos o tres días.

En su diagnóstico es clave la existencia de una relación clara, temporal e inmediata, entre el impacto de un agente estresante excepcional y la aparición de los síntomas, los que se presentan de un inmediato, a lo sumo, al cabo de unos pocos minutos. Además de lo anterior, es característico que los síntomas se presenten mezclados y cambiantes, que ninguno predomine sobre los otros y que tienen una resolución rápida, como mucho en unas pocas horas (cuando es posible apartar al sujeto del medio estresante), o en 24 o 48 horas (cuando no lo es), y son mínimos al cabo de unos tres días.

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