Trastorno de la atención

15.04.2018

Cualquier niño puede no prestar atención, distraerse con facilidad, actuar de manera impulsiva o ser hiperactivo a veces, pero el niño con este síndrome muestra estos síntomas y este comportamiento con mayor frecuencia y severidad que los otros niños de su misma edad o nivel de desarrollo. Este cuadro ocurre en el 3 a 5% de los niños de edad escolar. Suele comenzar antes de los siete años y continuar hasta que el niño llega a ser adulto.
Aún cuando el niño con este síndrome quiere ser un buen estudiante, su comportamiento impulsivo y su incapacidad para prestar atención en clase con frecuencia interfiere y le causa problemas. Los maestros, los padres y los amigos saben que el niño se está portando mal o que es diferente, pero no saben exactamente qué es lo que está mal.
Según el DSM IV existen varios subtipos de Síndrome de Déficit Atencional, según predomine la desatención o la hiperactividad:

  • Tipo predominantemente COMBINADO: Cumple los criterios de atención y de hiperactividad.

  • Tipo predominantemente HIPERACTIVO: Cumple los criterios de hiperactividad pero no llega a los necesarios de falta de atención.

  • Tipo predominantemente DE ATENCIÓN: Cumple al menos seis de los criterios de déficit de atención, pero no los de hiperactividad.

El más común es el combinado y, en las niñas, parece predominar el de inatención. En los tipos combinados, la hiperactividad e impulsividad hacen que, con bastante frecuencia, sufran accidentes, puesto que no son capaces de calibrar los peligros de sus acciones (cruzar en rojo, patinar en terrenos no adecuados, lanzarse con la bici por una cuesta muy empinada, etc.)


¿Porqué se produce este síndrome?

Existen factores biológicos y genéticos. Entre los no genéticos podemos hablar de complicaciones prenatales, perinatales y postnatales. Se sabe que predispone a padecer el trastorno el consumo materno de alcohol y drogas, e incluso el de tabaco. También influye el bajo peso al nacer, la anoxia, lesiones cerebrales, etc. Los factores ambientales pueden contribuir a su desarrollo aunque no hablaríamos en este caso de etiología pura. Las psicopatologías paternas, el bajo nivel económico, la marginalidad, el estrés familiar, en fin, un entorno inestable, podría agravar el trastorno.
Por otra parte desde el punto de vista genético, todos los estudios inciden en que la existencia del mismo trastorno en hermanos es de un 17 a un 41%. En cuanto a gemelos univitelinos el porcentaje de trastorno común es hasta del 80%. Si el padre o la madre ha padecido el síndrome sus hijos tienen un riesgo del 44% de heredarlo.
Parece que existe una disfunción del lóbulo frontal y por otra parte desde el punto de vista neuroquímico existe una deficiencia en la producción de importantes neurotransmisores cerebrales. Los neurotransmisores son sustancias químicas que producen las neuronas, es decir las células nerviosas. Para que se produzca una buena comunicación entre las neuronas y todo funcione normalmente debe existir la cantidad adecuada de determinados neurotransmisores: la dopamina y la noradrenalina. En el niño con TDAH existe una producción irregular en estos dos neurotransmisores y, por ello, la medicación que se les da y de la que hablaremos más adelante, está orientada a regularizar la producción de esas sustancias.
Pasamos ahora a enumerar los síntomas que deben darse, como mínimo 6 de ellos, y que están enumerados en el Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales de la Sociedad Americana de Psiquiatría (DSM IV):
1.- Síntomas de desatención

A menudo no presta atención a los detalles, tiene errores por descuido y su trabajo escolar suele ser sucio y desordenado. Tiene dificultades para mantener la atención, incluso en los juegos. A menudo, parece no escuchar cuando se le habla directamente, como si tuviera la mente en otro lugar o como si no oyera. No finaliza tareas escolares, pasa de una actividad a otra sin terminar la anterior. No sigue instrucciones ni órdenes. Presenta también dificultad para organizar tareas y actividades. Evita situaciones que exigen una dedicación personal y concentración (por ejemplo, tareas de papel y lápiz). A menudo extravía objetos necesarios para tareas o actividades (por ejemplo, ejercicios escolares, juguetes, lápices, libros, etc.) y suele tratarlos sin cuidado. Se distrae con facilidad ante estímulos irrelevantes, puede dejar las tareas que está haciendo para atender ruidos o hechos triviales que son ignorados por los demás (una conversación lejana, el ruido de un coche, etc.). Es olvidadizo en sus tareas cotidianas (olvida su merienda, los deberes, la hora del partido, etc.)
2.- Síntomas de hiperactividad

Suele mover en exceso manos y pies y se retuerce en su asiento. A menudo abandona su asiento en clase o no es capaz de estar sentado cuando debe. Corre o salta en situaciones en las que resulta inadecuado hacerlo. Experimenta dificultades para jugar tranquilamente o dedicarse a actividades de ocio. Parece estar siempre en marcha, como si tuviera un " motor". A menudo habla excesivamente, Da respuestas precipitadas, antes de que las preguntas se acaben de formular. Puede tener dificultades para aguardar su turno en cualquier situación. También suele entrometerse o entorpecer los asuntos de los demás, tocar cosas que no debe, hace payasadas. Esta falta de atención y exceso de actividad suelen producir también problemas graves en el aprendizaje, aunque su capacidad intelectual sea normal o superior, y precisamente ese fracaso escolar, suele ser el principal motivo por el que acuden a consulta.
3.- Síntomas de dificultades de aprendizaje

Variabilidad (son niños que tienen amplias variaciones en sus respuestas, son los típicos niños de los que se dice "puede hacerlo porque ayer realizó perfectamente esa tarea, pero hoy es un desastre"). Retraso psicomotor, que varía desde la simple torpeza motriz hasta "dispraxias" importantes, es decir problemas en las nociones de su esquema corporal, del tiempo y del espacio, dificultades que se agudizan cuando tiene que realizar algo con ritmo. Trastorno del lenguaje de tipo expresivo, con vocabulario limitado y dificultades a la hora de expresarse. Problemas en el área de lectura. Dislexia. Dificultades en la grafía, en la escritura: disgrafía y disortografía, porque existe una deficiente coordinación entre lo que ve y el movimiento manual, es decir, suelen presentar incoordinación visomotriz. Su escritura es torpe, con tachones, desordenada, y su ortografía con múltiples faltas y confusiones.
Es evidente que, con todos estos trastornos, se trata de un niño que también presenta problemas emocionales. No es raro que tenga un comportamiento social indiscreto, sin freno, y molesto. Este descontrol, casi constante, genera desconfianza e irritación en padres y maestros, así como rechazo de los hermanos y compañeros, lo que hace que pueda ser un niño aislado.


4.- Síntomas personales:

Su emotividad es muy variable, suele presentar cambios frecuentes de humor que le hace pasar de la risa al llanto con gran facilidad. Suele ser explosivo, de rabietas constantes. Presenta acentuados sentimientos de frustración y baja tolerancia ante los problemas. Insiste una y otra vez en que se realicen sus peticiones. También presenta problemas de relación con sus compañeros, desadaptación social, problemas de ansiedad, agresividad, oposición, disconformidad. Algunos de ellos presentan enuresis.
La falta de atención que pone en tareas que requieren un esfuerzo suele interpretarse como pereza y además en ocasiones podemos encontrarnos con niños que tienen el trastorno, pero que son capaces de estar sin síntomas en una situación nueva, cuando existe mucho control, o ante actividades muy interesantes (como los videojuegos), lo que hace que sus padres piensen que el comportamiento anómalo es voluntario ("para lo que le interesa sí que se fija") y esto complica aún más el problema. Estos padres no saben que existe una importante deficiencia del autocontrol, que tiene base neurobiológica. Hay pues que armarse de paciencia y saber que el trastorno, que es acusadísimo en la primera parte de la infancia, suele ir mejorando con la edad, aunque existen aún alteraciones en la vida adulta, casi en una tercera parte de los casos.
¿Quiénes deben realizar el diagnóstico y cómo tratarlo? En principio, el diagnóstico y el tratamiento deben ser el multidisciplinar. El examen de un psicólogo, y de un psiquiatra o neurólogo es imprescindible, porque las áreas que estos profesionales abarcan son básicas para reeducar un síndrome de déficit de atención con hiperactividad.
El tratamiento debe ser farmacológico y de orientación psicológica, con la finalidad de conseguir una reducción de la hiperactividad y un tratamiento adecuado para modificar las conductas impulsivas e incrementar la atención. El tratamiento farmacológico debe ser prescrito por un neurólogo o psiquiatra. Lo que se está utilizando actualmente con estos niños es el metilfenidato (el famoso Rubifén o Ritalín), la dextroanfetamina (Dexedrina) y la pemolina magnésica (Cylert). Todos estos medicamentos facilitan la acción de la dopamina y de la noradrenalina, los dos neurotransmisores implicados en el trastorno, y por ello actúan de inmediato. Los efectos del Rubifén, son inmediatos, empiezan a notarse a los 30 o 60 minutos tras la ingesta y comienzan a disminuir unas 3 a 6 horas después, por lo que se requiere la administración continuada del medicamento, con las pautas establecidas por el especialista. No es aconsejable medicar a un niño menor de seis años, aunque se han tratado niños de tres años cuya sintomatología era muy grave y el beneficio de la terapia farmacológica era imprescindible.
Desde luego los fármacos no son la panacea del tratamiento pero facilitan la tarea cuando se tiene que seguir una reeducación y un tratamiento psicológico con estos niños. Cerca de un 20% de los niños pueden dejar la medicación al cabo de un año, puesto que además se supone que se ha trabajado con ellos desde el plano psicológico.
El tratamiento psicopedagógico tiene tres grandes frentes, familia, escuela y terapia, que deben conocerse perfectamente para poder trabajar sobre las diferentes áreas y conductas.
A) Las pautas FAMILIARES para un niño con TDHA son:

  • Tener normas claras y bien definidas.

  • Dar órdenes cortas y de una en una.

  • Propiciar un ambiente ordenado y muy organizado, sereno y sin gritos.

  • Reconocer el esfuerzo realizado por el niño. Aumentar su autoestima.

  • Evitar ser superprotectora y no dejarse manipular por sus caprichos.

  • Cumplir siempre los castigos y las recompensas ante sus acciones.

  • Darle pequeñas responsabilidades.

  • Aceptarle tal y como es.

  • Saber que el trabajo es mucho y que se necesita mucha constancia.

  • Fomentar sus puntos fuertes, sus facultades.

B) Las pautas ESCOLARES para un niño con TDHA son:

  • Ser un profesor que comprenda y asimile el trastorno del niño, que se informe sobre él.

  • Sentarle en el lugar adecuado, lejos de estímulos, enfrente de él, entre niños tranquilos.

  • Darle órdenes simples y breves. Establecer contacto visual con el niño.

  • Darle encargos una vez que haya realizado el anterior, no dejar que deje las cosas a medio hacer.

  • No se le puede exigir todo a la vez, se debe desmenuzar la conducta a modificar en pequeños pasos y reforzar cada uno de ellos: si comienza por acabar las tareas, se le felicita para conseguirlo, luego que lo intente con buena letra y se valorará, más tarde que el contenido sea también correcto. Pedirle todo a la vez, le desmotivará porque no puede realizarlo.

  • Alternar el trabajo de pupitre con otras actividades que le permitan levantarse y moverse un poco.

  • Enseñarle y obligarle a mantener el orden en su mesa.

  • Hacer concesiones especiales, darle más tiempo en los exámenes, indicarle cuando se está equivocando por un descuido, o facilitarles un examen oral de vez en cuando para que descanse de la escritura, etc.

  • Darle ánimos continuamente, una palmada en el hombro, una sonrisa ante cualquier esfuerzo que presenta, por pequeño que sea.

  • Premiar las conductas positivas es imprescindible, haber atendido, levantar la mano en clase, intentar buena letra, o contestar sin equivocarse son conductas a reforzar en el niño hiperactivo, dicho refuerzo puede ser con privilegios de clase (borrar la pizarra, repartir el material, hacer recados, lo que además le permite moverse, que es lo que necesita), o bien dedicarle una atención especial, reconocimiento o halago público: comentarios positivos en alto, o en privado a otro profesor para que lo oiga el niño, notas para casa destacando aspectos positivos, una felicitación de la clase, un trabajo en el corcho, etc.

  • Evitar humillarle o contestarle en los mismos términos. Evitar insistir siempre sobre todo lo que hace mal.

  • Tener entrevistas frecuentes con los padres para seguir su evolución.

C) Las pautas TERAPEÚTICAS para un niño con TDHA son:

  • Orientar a los padres acerca del trastorno que padece su hijo.

  • Darles pautas de conducta y actuación con su hijo.

  • Reeducar las dificultades de aprendizaje asociadas (dislexias, falta de memoria, discalculias, disgrafías, etc.).

  • Entrenarle en la resolución de problemas.

  • Entrenarle en habilidades sociales puesto que suele presentar problemas con los demás.

  • Entrenarle en técnicas de relajación.

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